domingo, 24 de junio de 2007

La INVENTIVA COMO FORMA DE VIDA

La inventiva como forma de vida

Sólo la imponencia de las cumbres andinas y el frescor de la naturaleza logran compararse con la sapiente personalidad del más grande tecnólogo popular de Venezuela: Luis Zambrano Molina.
El humilde campesino de el municipio Rivas Dávila, Mérida, coronó su trayectoria en 1983 cuando recibió de manos del rector de la Universidad de Los Andes el doctorado Honris Causa que lo acredita como el tecnólogo popular de mayor trascendencia en el país. Reconocimiento que no refleja sus escasos estudios cursados: tres años de educación básica.
La atención del inventor siempre fue el agua. Se escapaba de sus padres para dedicarse días enteros a observar el movimiento del agua en las quebradas que circundaban la casa paterna. Sus padres lo encontraban, por seguro, en las riberas colocándole paletas a las naranjas para verlas en su movimiento de rotación. De estas manera, absorto, mirando los chorros de agua descubrió intuitivamente el PI, “midiendo tres veces el diámetros de la naranja y le agregaba un poquito más” expresaba en sus conversaciones.
Antes de los quince años, a manera de juego, logró colocar correas en ejes horizontales y verticales en el molino de trigo y cuando cumplió los diez y ocho años trabajaba hasta las dos de la madrugada en un incipiente taller de carpintería haciendo cajones para difuntos de las aldeas vecinas teniendo como recompensa las gracias de los vecinos “y que el muerto le pague” comentaba Don Luis, “pero ningún muerto llegó a pagarme”.

A mediados del año 1920 llegó al poblado un maestro en fraguado y de el aprendió como calentar los clavos y picos para caldearlos con carbón. Estos conocimientos fueron utilizados por los dueños de los trapiches para la reparación de las chumaceras. El gobierno lo tomó en cuenta para hacer las palas y los picos que utilizaban los obreros, muchos de ellos presos, que fueron utilizados en la construcción de la carretera Trasandina y en su inquietud innovadora fabricó un rifle de nueve tiros, -¿padre de la ametralladora?- de calibre 44 por lo que fue llevado preso y tuvo que destruirlo.

En 1930 contrae matrimonio con Elia Morales Barrillas del que quedaron cuatro hijos: Luis Ensérico, Ligia, Gilsia y Hortensia. Por esos años tiene acceso a los escritos de los pensadores rusos de los cuales fue un seguidor hasta el final de sus días describiéndose como materialista y pragmático. “mi sacerdote es la conciencia y por imagen tengo a Dios” respondía cuando consideraba que no había creyentes que le escucharan.

Su mente estaba concentrada en las turbinas y su utilización con el agua por lo que le propone a su padre mover el trapiche por medio de agua, pero lo consideró un juego de muchacho y no lo tomó en cuenta. En 1932 construye una rueda hidráulica, la que conectó en caída con el agua que emergía de cajones construidos para este fin que hacían que ésta diera vueltas. De esta manera invento el trapiche movido por agua.

“Así me gane, por segunda vez, el título de loco”, cuenta Don Luis Zambrano. La primera vez fue cuando conectando un dinamo con una batería produjo luz eléctrica. Sus observaciones a todo lo que lo rodeaba absorbían su atención. Con sus ahorros fue construyendo un taller con herramientas de todo tipo en la misma estructura de la casa. Los olores ferrosos invadían el ambiente. Con gran facilidad se deslizaba entre sus ayudantes encontrando cualquier pieza en su bien organizado desorden.

Las reflexiones sobre las turbinas le produjo gran curiosidad. Se preguntaba por qué en su movimiento –las turbinas- tienen o hacen una forma de “S”. Así, comenzó a experimentar con grandes y pequeñas y logró con esta combinación un mayor rendimiento y con ello aplicó lo que en física se denomina, Doble Efecto. Años después conoció al Ingeniero Agustín Esquivel quién le explicó, en números, el PI, el Doble Efecto y otros principios que se imparten en las aulas universitarias.

Los páramos de la zona norte del Estado, la carretera Apartaderos-Barinas, el Valle del Mocotíes, Pueblos del Sur, Canagua, Puerto Cabello pasando por la creación de Piscicultura La Mucuy, fueron receptoras de las turbinas y por ende electricidad, y a petición de la Universidad de Los Andes construyó una turbina para ser enviada a la reconstrucción de Nicaragua que había sido destruida por el terremoto de 1972.

Su opinión sobre la cotidianidad se hace tangible con expresiones de fácil comprensión. “Hay que tener por templo el universo y como altar el corazón adornado con hermosos pensamientos como las flores”. Cabe recordar la conversación sostenida con estudiantes de la Facultad de Arquitectura, cuando le hicieron una pregunta de doble intención sobre su opinión política y el responde con perspicacia:
- Casualmente quiero ver la manera de construir un soldador de alto amperaje.
El estudiante quedó desorientado y le repregunta.
- ¿Pero no veo la relación de la respuesta con la pregunta?
Zambrano deja transcurrir un largo rato en amena conversación. Los inquietos estudiantes quieren absorber todos sus conocimientos y sus ímpetus juveniles obliga a uno de ellos a volver sobre la pregunta.
- ¿Para qué el soldador?
- “Esa era la pregunta que esperaba. Tropecé con la última proclama del Libertador: ‘que cesen los partidos’, pues para eso, para soldar los partidos a ver si hay unión de una vez por todas” Con esto dio por terminada la consulta generando risas generales en el estudiantado al ver la habilidad y agudeza de sus respuestas.

Al Turbozam le roncan los motores

La pequeña estatura de Don Luis, propia de los oriundos de estos parajes andinos, la sencillez en su vestir combinada con la pasividad de su hablar es cubierta por el inseparable sombrero pelo e´guama, el que nos se quita ni para trabajar debajo de los grandes motores carterpillar.

A simple vista no se puede vislumbrar si camina lentamente o pisa sobre sus pensamientos. Su filosófica postura la manifiesta cuando dice: “al darse el primer paso, este obliga a dar el segundo” y en esos trances mentales comenzó a construir en el año 1950 su más grande invento como fue el motor liviano centrifugado, “y con esto fueron treinta años llamándomen loco”.

Para conocer un poco más a Zambrano hay, por obligación, que describir su invento porque en el se refleja gran parte de su vida, aunque para desgracia del país, nunca consiguió financiamiento para industrializarlo.


“Este motor es muy liviano, rinde tres veces más que el convencional, desarrolla tres caballos por pulgada cúbica, el impacto de la comprensión y la explosión es para darle vuelta; no hay perdida de tiempo. Mi motor tiene treinta centímetros de diámetro mientras el convencional va de 8 a 14 centímetros. Al cilindro le apliqué el PI y da 66 por vuelta, la compresión es extraordinaria. El motor convencional tiene más de 1000 piezas, mientras que el mío sólo tiene 25 piezas, en la universidad lo han bautizado como el Turbozam”.


De esta forma empezó la entrevista en la casa Valle Nuevo, cuando abrió las puertas y desde su aposento emergió la honorable figura de Don Luis Zambrano junto a su compañera. Comenzó a narrar con claridad su vida como el fluir del agua, a la que denomina “amiga de la niñez”. El agua –expresó- me mostró el conocimiento al "encenderme” la chispa de la imaginación creadora. Describió unas veces serio y otras con humor, sus sinsabores, peripecias y anécdotas.


El aire freso del Páramo de Mariño bajaba celoso por entre los matorrales, queriendo competir con la pequeña figura del hijo de Guarapao, su aldea natal, para llevarse consigo sus secretos. Aún a su edad sueña y se pierde en un mundo desconocido para nosotros, pero hecho realidad en su imaginación. Muchos de esos sueños son de gran utilidad para las comunidades trabajadoras de todas las regiones del país. Por allí, regadas en los predios, quedan las limpiadoras de fresas, clasificadora y secadora de ajos, turbinas con esmeriles y su gran delirio: el Turbozam.


Lector en horas libres ¿? juzga severamente la actitud del escritor. Presintiendo la respuesta, la dejamos de último porque es a propósito, un buen final para este trabajo:


“De lo bueno poco. Hay veces que es mejor hablar poco que mucho, hablando menos se dice más. Hay páginas dulces en la literatura. Novelas, por ejemplo, que provoca terminar, pero hay páginas que no provocan porque no se les encuentra sabor. No es necesario escribir una pastoral... escribir poco para que la gente entienda”.


¡De acuerdo en todas sus partes Don Luis!


P.D. In memoriam escrito por RAGUM en su recuerdo

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