domingo, 24 de junio de 2007

Les invitó a vivir la humanización de la naturaleza en una forma de vida que se tuvo en la época democrática de la patria y que de alguna manera se añora porque no sabíamos el paraíso que teníamos. Este cuento fue publicado en mi libro Amor y Odio donde están Los hombres. Disfrutenlo. El Autor




El CONDOR Y LA ZAPOARA



Existió alguna vez un pequeño Cóndor que se emancipo del nido de sus padres a muy temprana edad, era muy ágil, aprendió a volar siendo polluelo, era tan pequeño que aún no le había salido su plumaje real cuando hizo sus primeros intentos de volar.


Siempre miraba con asombro las grandes piruetas que hacían sus padres en el aire y las maniobras exactas que ejecutaban para posarse en las copas de los robustos árboles, cuando traían su alimento. Su madre desde muy pequeño le contaba, entre muchas historias, como los humanos habían talado sus grandes árboles que les servían de nido, cazado sus piezas que eran su comida y deforestado en las nacientes de sus ríos secando sus lechos y sus playas. Por esto su amorosa madre siempre le decía: “Tienes que emigrar en busca de nuevos horizontes donde la vida sea más fácil, aunque al hacerlo tendrás que humanizarte, convirtiéndose en depredador de tu misma especie”.


Muy pronto aquellos hermosos parajes le fueron insuficientes y dando una mirada profunda al Valle que lo vio nacer, suspiró hondamente, como diciéndole adiós y en un gesto de despedida voló por cada rincón de aquellos espacios llenos de recuerdos de infancia feliz. En un rápido aletear remonto su vuelo sin norte conocido, con la gran esperanza de una excelente aventura, en procura de nuevos espacios y mejores cielos. Les dijo adiós con lagrimas en sus ojos.


Así conoció la inmensidad de la Llanura y allí bailó al compás de unas maracas cuatro, arpa y bandola, el contagioso ritmo del joropo y el pajarillo encantado. Asistió a las fiestas de San Antonio donde disfrutó el sabroso y candente son del Golpe Tocuyano: “Ah muuundo Tiby, cuanto te he amado!!! Caracas tan lejos y los burros cansados” Lo cautivó la interminable línea horizontal extendida entre el mar y el cielo. Lo enloqueció los movimientos zalameros de unas caderas morenas, que se dislocaban al caliente baile del tambor. Y cuando fue a Maracaibo y comenzó a pasar el puente sintió una emoción tan grande, porque por primera vez pudo observar como al lado de toda la mayor riqueza y producción petrolera crecía la miseria y el abandono, sumado, a la depredación del ambiente.

Cada día quería ir mas halla de cada horizonte pero, con cada nuevo amanecer sentía en sus adentros un sentimiento que no podía definir y el cual iba en aumento, hasta que la nostalgia lo invadió y en conexo su inseparable amiga: la soledad. Una soledad que lo embargaba y le minaba todos los sentidos. Con ella como compañera siguió viviendo por mucho tiempo en la gran urbe llamada Capital, llena de una intolerable contaminación sónica y aire irrespirable, que competía con la cada vez mayor agresividad humana.


Un buen día, mejor, una excelente noche cuando asistía a clases, sintió la imperiosa necesidad de mirar hacía atrás impulsado por una fuerza gigante y misteriosa que lo llamaba, ya que también el aire cómplice del momento, le llevaba el cautivante aroma de un perfume con olor a gloria y que en aquel instante lo envolvía todo. Y cuando lo hizo, el día y la noche se confundieron, el corazón comenzó a latir apresuradamente y la visión se perdió en el tiempo.


Era tan enorme esa sensación que solo logró compararla con la sentida aquel día, de su primer salto al vació desde su alto nido, porque allí justo detrás de él estaba la Zapoara poseedora de un rostro de diosa, los ojos mas encantadores y los labios mas provocativos que jamás había visto. Esa noche cuando no conciliaba el sueño se prometió que ese instante nunca lo olvidaría.


Después vinieron los gestos amables. Él la lleva a conocer sus grandes riscos y encantadoras montañas y ella lo invita a su lugar nativo. Viajaron por el río madre, El Orinoco, el espumoso Caroní y la Gran Sabana con sus tepuyes gigantes peleando entre sí por alcanzar el cielo.


Para ese entonces habían tomado otro sentido los grandes dramas puestos en escena. *Verdinianos confesos: Nabucco, Macabeth, La Traviata, Rigoletto, Aída; Los grandes maestros Johann S. Bach y Ludwing van Beethoven; Sinfonía de Amor, Noche embrujada; New York, New York, Natalia, Champagne, , Il cuore e un cíngaro entre muchos eran sus preferidos.


Y como en un cuento de hadas, el humilde Cóndor y la orgullosa Zapoara, por todo lo alto, en una gran casa -a diferencia de los castillos encantados- propiedad de un expresidente de la Nación, contrajeron nupcias muy felices y enamorados. Nunca se imaginaron la gran recepción y las atenciones prestadas que les brindaron sus grandes amigos en la espléndida fiesta que les regalaron.

Con el tiempo el espacio de la patria amada les quedó pequeño, y se propusieron conocer de cerca lo que los libros contaban. Amándose siempre como en cada momento se lo juraban, el Paris del que hablaban los libros estaba a sus pies. El museo de Louvre, El Pompidu, Versailles, El Petit Palais, Montparnasse, Champs Ellysèes, las catedrales de Notre Dame y El Sagrado Corazón, el Arco del Triunfo -donde la historia escribió el nombre de varios paisanos- El Mouline Rouge. Sabores especiales como el de la caldereta de pescados del Rin, quiché lorraines, pissaladiere y el bacalao ahumado. Empezaron así el recorrido por la Europa soñada. Con morral al hombro y con inmensos deseos de conocer esas culturas tomaron el rumbo que tanto anhelaban.

El cálido afecto del pueblo italiano los esperaba. Como locos se volvieron con la visita al mercado de vera pelli donde se exponen bellezas de: zapatos, bolsas, chaquetas, entre otras muchas cosas, manufacturadas en pura piel. De muerte lenta fue poder observar tan de cerca como si los mismísimos autores estuviesen presentes el riquísimo aporte a la cultura y el arte. La Capilla Sixtina, La Capilla de Los Medici, Trinita dei Monti; Los teatros de Petruzzelli y Puccini. Cuantas cosas bellas: La Piaza y Catedral de San Marcos, La Scala de Milán, La Villa Borghese, Las Termi de Julio Cesare, Las Catacumbas, El Coliseo. No recuerdan cuantos días dejaron de comer pasta, sólo para hacerlo, en Italia. Spaghetti, lasaña, capelli, fetuchini, pero, que decir del sabor de un pollo a la carbonara o un garpacho de salmón acompañados de un buen Grappa Chianti.


Las antigüedades, las porcelanas y suéteres de cashmere, les cautivó en la gran ciudad de la puntualidad: Londres. Cuanto detalle y cuanta cerveza en sus famosos pubs. El cambio de guardia en el palacio, y los mercados Camden Pasaje y Portobello Road, la abadía de Westminster, El museo Británico, la Galería Nacional y por nada del mundo dejar pasar la Tate Gallery Liverpool con The Beatles Story. Después de caminar mucho, lo mejor era terminar comiéndose un buen shepherd`s pie o un fish and chips.

Con más de 600 clases de cerveza, los espárragos a la flamenca, el conejo a la ciruela y un faisán a la brabanzona fue para desquiciarse en Bélgica. Como lamentaron no quedarse en ese hermoso país ya que solo pasaron por pura casualidad y gracias a una huelga ferroviaria.


La hermosura del diseño de prendas de vestir elaboradas con los más finos materiales tales como: lino, seda o lana, así como los trajes típicos, las mantillas y las técnicas del vidrio soplado son, entre otras, las cosas que cautivan al visitante -y ellos no fueron la excepción- en la querida y bella España. Siempre expresaron que serian mezquinos si no reconocieran que en esta tierra y como último sitio europeo que visitaron, no solo disfrutaron, fue quizás, el reencuentro con las costumbres ancestrales. Aquí fue el acabose. En este sitio -como dicen los marineros- se le acabo la gasolina al barco. Cuanto vino y cuanta parranda. Como olvidar las Cuevas de Luis Candela. El museo del Prado y el Palacio Real. Sevilla la bella, la de las noches eternas y el barrio de Santa Cruz, el Alcázar y la torre de Oro. Cuanta obra de arte en el castillo árabe de Santa Bárbara. No menos bella la famosa Lonja y el Miguelete y la torre campanario de la catedral en Valencia. Pero el desideratum, el último y grandísimo derrape fue en Galicia. Como disfrutaron viendo a todos los visitantes mirarle las grandes “bolas” al caballo de Santiago -el Santo- Cuantos conejos cazaron en las laderas de Reigueral, en las cercanías de Monforte de Lemos, y cuanto vino libaron directamente de las barricas. ¡Y venga mas vino, hombre, que cada día que vives, es un día menos!.


Hablaron extensamente con los parroquianos, en los amaneceres románticos a orillas del mar en Vigo. Y venga mas cordero y cabrito o fabada asturiana o un cocido madrileño y porque no unos pulpos a la gallega y un bacalao pil,-pil a la vizcaína y entre hablar, tomar y dormir y volver hablar, que sirvan mas jamón, queso y vino que la vida es corta, “carayo”.


Al regresar a la Patria Grande, a la Patria Amada, entre los muchos planes que tenían era trabajar muy duro para ahorrar e irse de viaje de nuevo -esto era realizable en la Venezuela posible- pero esta vez el proyecto era el Norte. Y un buen día, hicieron las maletas y con visa de estudiantes, salieron con el corazón henchido de alegría y llenos de esperanzas a conocer la nación de los sueños, Estados Unidos.

La ciudad hogar fue Baton Rouge. Ciudad acogedora de gente muy amable y simpática. Fue allí, la primera vez que en Estados Unidos una dama muy bella y encantadora le ofreció -al tímido Cóndor- la expresión maravillosa con su romántica voz de “You are very sherman” lo cual le produjo rubor frente a sus amigos.

En esta ciudad pusieron a volar sus almas y hacer planes para aprovechar al máximo el tiempo. Y así cada fin de semana todos los viernes, salían a recorrer ese maravilloso país. Por supuesto lo primero que hicieron fue conocer el estado de Louisiana. Desde su capital, con su recordada Louisiana State University, Debhora su primera profesara, el Dr. Jarrow siempre gentil. El complejo del Capitolio Estatal hasta New Orleáns, en ésta, se sentían muy cómodos y seguros. Allí le dieron de comer hasta el infinito, a sus inquietas almas, escuchando mil veces y otras más, todos los conjuntos y bandas de Jazz, ciudad ésta, que tiene un solo amanecer -con el que tu llegas- porque en esta ciudad no se duerme; se disfruta. Recorrieron el Barrio Francés y sus 70 cuadras, Bourbon Street trasnochadora, el Canal Place y el New Orleáns Center. Los festivales del Barrio Francés, Jazz, y Tradición Negra. Incomparable la temporada de Carnaval (Mardi-Gras). Visita primordial al Museo Histórico del Vudú; La catedral de San Luis; el Museo Estatal y los paseos a la casa y jardín de Bauregard Keys; la mansión Elms; finalizando en la casa histórica de Hermann-Griman.

En este estado además conocieron uno de los seres más importantes de toda su larga visita a esa nación. El viejo Bill; descendiente genético de la historia real y aún viva de los suelos libres americanos. Fue su guía por los largos y anchos caminos que cruzaron y consejero en la orientación de las leyes y reglamentos que debían cumplir. El encuentro fue casi fortuito pero, la afinidad fue inmediata. Ya que los dos conocían tantos y casi los mismos caminos como años tenían. Bill era el fiel representante del Águila, collar blanco americana, y del gran oso marrón dueño de las praderas; quizá a esto se debía su nombre originario de su tribu: KASANKA. Sus encuentros eran casuales y sin promesas de reunirse de nuevo, cualquier lugar era excelente para hacerlo nuevamente. Un buen día en medio de sus largas conversaciones, “el hombre descendiente directo del Clan del Ave y Cherokee” hizo una promesa a su nuevo y gran amigo, de otras tierras. Le dijo: “Le regalare en vivo, la historia de mi gente y nuestro pasado, para que la lleves, al igual que el viento, siempre contigo, como recuerdo de nuestra gran amistad.”


Por la cercanía escogieron a Texas como su primer estado para visitar. Realmente fue para ellos una odisea. Se perdieron al llegar Houston. Al salir de la Free Way 12 tomaron la 45 para retornar y cuando se dieron cuenta estaban llegando a Dallas. Quedándoles pocos dólares y habiendo caído la noche, fueron a un súper donde con gestos poco amables le hicieron salir sin venderle nada. Por primera vez en su vida y después de haber recorrido cientos de millas en este mundo les hicieron sentir extranjeros. Los cheques de otro estado no se los aceptaban y además los llamaron con voz humillante “chicanos” Expresión totalmente nueva y por lo tanto desconocida para ellos.

Larga es la historia como llegaron a casa, casi prometieron no regresar a Texas pero, en una nueva aventura, porque querían conocer hacia la ciudad del Paso regresaron. El trato no fue muy diferente. En muchos sitios que entraban los miraban con recelo. Se prometieron no regresar mas nunca. Sin embargo guardan como recuerdo la pregunta que les hacían en otros estados en tono de broma, algunas personas con las que platicaban: ¿ De que parte de Texas son Ustedes? Y no podían entender porque siempre les repetían esta interrogante hasta que un buen amigo de North Carolina les explico: “Es que los texanos son los que peor hablan el inglés”.


Su estado vecino más próximo era Mississippi. De él recuerdan siempre el Festival de Blues del Delta y la Feria India de Choctaw y el delicioso Festival de los Camarones. En Biloxi, los grandes centros comerciales son para perderse. El Edgewater Mall y Village Shopping poseen mas de 100 tiendas y 40 boutiques. Jackson, su capital, esta repleta de parques y múltiples sitios para visitar, como la Mansión del Gobernador; el Museo de Agricultura y Bosques, y el Parque Nacional Militar. Natchez hermosa por las construcciones, 500 aproximadamente, anteriores a la Guerra Civil.

Realmente es difícil transcribir en esta historia, todos los sitios que el Gran Cóndor y su adorada Zapoara conocieron y que por supuesto, disfrutaron. Pueden recorrer con los ojos cerrados toda la trayectoria de las grandes carreteras como la: FW 10, la 20, la 75, la 95 la 85. Durmieron a campo abierto en campamento y nadie les molesto, a menos que fuera el canto de un ave en el norte o la cercanía de un caimán, en las inmediaciones de Tallahasee. Entraron a hoteles, restaurantes, parques de recreación, playas, obras de teatro, pescaron, cazaron, jugaron y bebieron y nadie les perturbo. Donde quiera que fueron se sentían seguros. En cada línea divisoria de estado que visitaron les ofrecían las delicateses de los productos cosechados en su región, además, les obsequiaban un mapa con los sitios de mayor interés y lugares de descanso con baños impecables.


Se puede decir que fueron muchos sitios los que conocieron; a parte de los nombrados: Virginia, Carolina del Norte y del Sur, Alabama, Kentucky Missouri, Arkansas, Florida. Nunca olvidaran que en la capital de la música estadounidense –Nashville- ya se consideraban hermanos de Kenny Rogers. Allí visitaron el Country Music Wax Museum & Shopping Mall y en marzo asistieron al Festival Internacional del Vino. El parque de la Vida Salvaje, La mansión de Belmont, El Zoo de los Venados son sitios para regresar. Lamentan siempre no haber podido visitar la casa de un gran ídolo: Elvis Presley.

Los amaneceres en las Grandes Montañas de humo -Great Smoky- son espectaculares. Allí comulgaron con la naturaleza. Digno es visitar la Gran Reserva India Cherokee. Caminaron hasta el cansancio en la zona de Rocky Mount.


En las inmediaciones de Great Smoky Mountains entre Tennessee y North Carolina y como en muchas otras ocasiones tuvieron la grata sorpresa de encontrarse de nuevo con su viejo amigo Bill. Después de saludarse les recomendó visitar Oconaluftee Indian Village. Por primera ves su gran amigo del norte se dirigió en forma directa y personal a su hermano Cóndor, cuestión que les extraño, asegurándole, que después de hacer el recorrido se pondrían en contacto ya que esa noche visitarían algunos lugares para aprovechar, la claridad de la luna llena que se acercaba.


En los dos días siguientes el acucioso Cóndor estuvo pensando en lo hablado con el viejo amigo y cuando entraron a la Villa, miraba a todos lados, como tratando de buscar su presencia o la presencia de alguien conocido. Pero no fue así. Solo cuando estaban por subir a su viejo y bien usado -Dodge Dart- fue que se les acerco un hombre con vestimenta parecida a la que habían visto en La Villa. El saludo fue tan normal como si se conocieran de siempre y en pocas palabras le dijo que su hermano Bill le pasaría a buscar al camping después de las 8 p.m. para llevarlo hacer unas visitas.

Nunca pudo preguntarle a su amigo de siempre, cómo se enteraron donde se estaba hospedando y cómo le habían reconocido ya que los eventos que vinieron después fueron tan espléndidos que después nada importaba; ni el qué, ni el cómo. Después sólo él, podía entender otras cosas, que antes le hubiera sido difícil poder apreciar.

Puntual apareció a buscarlo. Dieron algunas vueltas por las cercanías y después se adentraron en una carretera poco transitada. Al llegar a una planicie bastante grande pudo divisar bastante movimiento. La noche estaba iluminada, maravillosamente, por una luna clarísima. En sus rostros golpeaba un aire fresco y acariciador. Se incorporaron a lo que parecía ser un campamento. Por lo que pudo observar, parecía una reunión para festejar algún ritual. Habían bastantes vehículos y gran cantidad de carpas. El visitante fue presentado diligentemente a muchos de los allí reunidos. Cerca de la media noche todos se fueron juntando alrededor de una gran fogata. Realmente a estas alturas de la noche, el invitado, después de caminar todo un día se encontraba muy agotado, pero aquello que estaba viendo no quería perdérselo por nada en el mundo.


Muy poco entendía que estaba pasando. Parecía muy serio lo que sucedía. De repente uno que otro se fue sentando y de un momento a otro apareció en las manos de uno de los asistentes un objeto alargado como una flauta, que en el instante, pudo entender era una pipa. La cual fueron pasando a cada uno de los que estaban allí reunidos.


Largo fue el rito y quizá por el cansancio que sentía, sumado a lo tarde de la noche, el joven Cóndor fue entrando en un sueño halagador. Se sentía en un sopor que invadía todo su cuerpo y su alma hasta que llego un instante que creía estar volando, al lado de la Gran Águila. Pudo ver un inmenso valle bañado por un gran riachuelo y montañas a sus lados. Y se preguntaba, si soñaba o estaba aún, en la reservación india donde había pasado todo el día. O acaso estaba viendo el espectáculo de “Unto these Hills”

¡Era como una gran película!. Pero además, escuchaba la voz de su gran amigo que lo guiaba en esa visión y le explicaba todas las cosas que le estaban pasando. Podía distinguir claramente a hombres altos y fuertes vestidos con poca ropa de piel y flecos, fabricando sus canoas y cazando a los ciervos; y las mujeres haciendo sus tejidos en medio de unas tiendas rodeados de caballos multicolores.

Así fue pasando la visión. Era como la película de la trágica y triunfante vida de los Cherokees. De pronto salto en su mente una silueta que le provocaba rechazo, quizá, ira. Y escucho la voz del viejo “Búfalo” que le explicaba quien era el sanguinario personaje. Era nada menos que el explorador español Hernando de Soto; estaba viendo lo que aconteció en el año 1.540. Pudo observar el cruel desalojo de casi todo el pueblo Cherokee en el infame “Sendero de las Lagrimas” hacia el oeste. Vio de cerca el gran Secuoya y compartió el sabio liderato de Junaluska y el doloroso sacrificio de Tsali quien dio su vida para que unos cuantos de su gente pudiera permanecer en su tierra.


Presenció en su sueño el nacimiento de su gran amigo Kasanka en la frontera de Qualla. -conocida como la Reserva India Cherokee- Pudo observar cómo, para finales del siglo XIX existían cerca de 500 tribus y sub Tribus, encontrándose estas entre los pueblos más pobres de la región. Y estaban bajo la custodia y vigilancia del gobierno. -en la gran nación del norte hasta después de la segunda guerra mundial, ningún indio, era ciudadano de ese país-.

Vio con meridiana claridad como su gran amigo Kasanka, en su infancia no tuvo problema alguno para crecer ya que todo lo que necesitaba se lo proveía la Madre Tierra. Tenían un gran huerto y si necesitaban ropa el abuelo intercambiaba productos de su cosecha por ropa y calzado. Lo único que le preocupaba, era que el abuelo, le solía llevar calzados con 3 tallas mayor y le decía que los usara sólo en invierno ya que así les duraba mas tiempo.

Logro tener en su sueño la gran experiencia de poder observar como los pilotos de la segunda guerra mundial que volaban los bombarderos sobre Alemania, usaban la piel del rabipelao en el cuello de sus chalecos de cuero ya que esta piel no se congelaba en las temperaturas extremas a las que se exponían al volar a esas altitudes. Y esas pieles de rabipelao, el abuelo y su amigo Kasanka, las obtenían de la caza y a su vez vendían al gobierno a un precio de 1.25 dólares cada una. Y pudo observar como experiencia última cuando su amigo compro su primer rifle calibre 0,22 a un hombre blanco, el cual viajaba por los pueblos con un carruaje llamado “ tienda de viajeros”. Con mucha ilusión por tenerlo, pero a su vez con mucha tristeza, porque el trueque propuesto era a cambio del equivalente a 5 dólares en pieles de rabipelao y su fiel y querido acompañante: El perro “Ardillero”.

Y así desde sus antepasados hace 250 años aproximadamente, al igual que esa noche, se reúnen para bailar, la colorida y mundialmente famosa “Danza del Águila” y asisten al solemne acto conmemorativo del “pow-pow”.


En Carolina del Sur no pudieron visitar muchos sitios pero, recuerdan el centro más importante de la industria textil Greenville, donde por pocos dólares se adquiere verdaderas gangas en prendas y telas de vestir. Y en Charlestón se transportaron a los años anteriores de la Guerra Civil ya que pudieron observar de cerca las mansiones-museos de los ricos de la época.


Como realmente querían conocer alguna construcción antiquísima, fueron a Marieta, donde encontraron el History Shopping Square, el cual fue construido alrededor de 1.830. Visitaron grandes centros comerciales, tales como: Macy`s y Marshall`s donde obtuvieron hasta un 60 % en descuento. Y se pasaron todo un día, visitando Lenox Square Mall con 200 boutiques y terminaron con la visita al centro Fernbank de Ciencia; el Parque de la Montaña de Piedra y una pequeñísima excursión a los Apalaches.

El tiempo corría inexorablemente y se acercaba el día de regresar. En medio de la relación del gran Cóndor y su bella Zapoara estaba surgiendo la necesidad de completar una familia. Sentían que aquella idílica relación estaba incompleta. Y comenzaron a pensar seriamente, en tomar una determinación en esa dirección y así se lo propusieron.

Estando ya residenciados en suelo patrio sobrevino el milagro de la vida y en un instante en el tiempo una noche cualquiera, el cielo estrellado y eterno, estalló en mil pedazos y cientos de ellos volaron por el inmensurable universo y uno de tantos, se convirtió en estrella, la cual poseía variadas formas y facetas multicolores y en la inmensidad del océano interestelar -por donde viajaba en los espacios siderales tomo el rumbo de sus vidas- y así se convirtió en la luz mas brillante de todas las constelaciones y como por arte de magia titilando sin cesar -se fusionó como herencia única- en una mujercita hermosa y vivaracha. Y se llamó Nieves, como sus antepasadas, como las nieves eternas de su padre. Así se completó el triangulo de seres que se adoraban.

Desde ese momento todo -como es natural- se volcó en atenciones, mimos y complacencias a ese ser indefenso falto de atención y cariño, el cual requería la presencia paternal jamás dada y que por lógica funcional acaparó.


Los años han transcurrido. Muchos hechos se han suscitado. Diversas actitudes fueron surgiendo alrededor de estos seres que se amaron. Pero, por el decir de los eternos viajeros que van por esas tierras nos enteramos que hoy día, el Gran Caroní, es mas blanco y espumoso -porque allí ahora mismo se bañan solitarias- la Gran Zapoara y su encantadora hija.

Asimismo, por el contar de los que viajan por las empinadas montañas de ropaje blanquecino que respiran cansancio cubiertas de nieves eternas conocemos que: Pueden divisar a lo lejos, en medio de las Cinco Águilas Blancas, en un risco frío y descubierto a un viejo y solitario Cóndor, oteando el horizonte con lánguida tristeza observando el revoloteo de los más jóvenes ansiosos de excitantes aventuras, pero él, sólo ve con asombro como el alma se le marchita y la vida se le escapa llevando muy dentro de si, el único recuerdo que lo mantiene vivo: Lo felices que fueron.




*Giuseppe Verdi nació 10-10-1813 en Le Rincole (Roncola)
Caso con la hija de su benefactor, Vincenzo Levigni, Margherita Berezzi, en Busseto en 1836. Al cumplir 25 años han muerto sus dos hijos, su esposa y esta arruinado.
Su compañera final fue Guiseppina Strepponi a quien conoció en París en 1847 y falleció en 1897. Primera Soprano de la Scala de Milán
Su inolvidable obra lírica cuenta con 27 operas, empezando en 1839 con un convencional OBERTO, pasando por una fascinante AIDA presentada en el Cairo en diciembre 1870 y terminando con un asombroso FALSTAFF en 1893.
Sale al viaje de la posteridad el 27 de enero de 1901.
Como ironía de la vida, Verdi, no fue recibido en el conservatorio, por tener –cuando fue llevado al mismo- cuatro más de lo requerido.


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